martes, 1 de octubre de 2013

Hávamál


Sé que he estado colgado
De un árbol sobre una roca expuesta al viento.
Nueve noches enteras
Con una lanza herida,
Y que me he ofrecido a Odín.
Yo mismo a mí mismo;
Sobre este árbol
Cuya raíz nadie sabe
De dónde proviene.

Nadie me dio pan
Ni un cuerno para beber.
Miraba hacia abajo,
Me esforzaba en las runas,
Las aprendí gimiendo,
Y luego caí a tierra.

Nueve cantos eficaces
Aprendí del famoso hijo
De Bolthorn, padre de Bestla,
Y he obtenido un sorbo
Del preciado hidromiel
Extraído de Odraerer.

Entonces he empezado a llevar frutos
Y a conocer muchas cosas,
Y a crecer y a prosperar mucho:
Palabra por palabra
He buscado las palabras,
Hecho por hecho
He buscado los hechos.


Encontrarás las runas
Y los caracteres explicados,
Unos caracteres muy grandes,
Que el orador ha descrito
Y los altos poderes formado,
Y el príncipe de poder grabado.

Odín entre los asios,
Pero entre los afios, Daain;
Odín como creador de las runas
Y Dvalin para los enanos;
Aasvid para los gigantes.
Grabó las runas,
Yo mismo las he grabado.

¿Sabes cómo grabarlas?
¿Sabes cómo hay que explicarlas?
¿Sabes cómo hay que describirlas?
¿Sabes cómo hay que probarlas?
¿Sabes cómo hay que rezar?
¿Sabes cómo hay que ofrecer?
¿Sabes cómo hay que enviar?
¿Sabes cómo hay que destruir?

Más vale no pedir
Que pedir demasiado;
Más vale no destruir
Que destruir demasiado.
Así grabó Thund las runas
Antes del origen del hombre,
Subió donde
Luego vino.

Conozco cantos
Que la mujer del rey no conoce
Ni el hijo del hombre.

El primero se llama ayuda,
Pues te ayudará
En las luchas y preocupaciones.

Con el segundo sé
Lo que piden los hijos de los hombres
Que quieren vivir como sanguijuelas.

Por el tercero sé
Si tengo gran necesidad
De reprimir a mis enemigos,
Amortiguo el filo del arma:
De mis adversarios
Ni las trampas pueden perjudicarme.

Con el cuarto sé
Si los hombres ponen
Ataduras a mis miembros,
Canto de tal forma
Que puedo andar;
Las trabas se escapan de mis pies
Y los grilletes de mis manos.

Con el quinto sé
Que veo una flecha escaparse de la mano hostil,
Una flecha volando en medio de ejércitos;
No puede volar tan de prisa
Que no pueda pararla
Si simplemente la veo.

Con el sexto sé
Que si alguien me hiere
Con la raíz de un árbol verde
Y si también un hombre
Me declara su odio,
El mal los destruirá más deprisa que a mí.

Con el séptimo sé
Que si veo una casa elevada
Arder sobre sus habitantes,
No arderá con tal furia
Que no pueda salvarla,
Si este canto puedo yo cantar

Con el octavo sé
Lo que a todos
Nos es útil conocer
Allí donde el odio se levanta
Entre los hijos de los hombres
Puedo enseguida apaciguarlo.

Con el noveno sé
Que si tengo la necesidad
De salvar mi barca del agua,
Puedo sobre las olas
Calmar el viento
Y adormecer el mar.

Con el décimo sé
Si veo la mujer de los trolls
Jugando en el aire,
Operar de tal manera
Que abandonen su forma
Y su espíritu.

Con el undécimo sé
Si tengo que conducir 
A antiguos amigos al combate,
Grabo runas en sus escudos
Y con poder van,
sanos y salvos al combate,
Sanos y salvos de él vuelven.

Con el duodécimo sé
Si veo sobre un árbol
Un cadáver balanceándose a una cuerda
Puedo escribir de tal forma
Y describir en runas,
Que el hombre andará
Y hablará conmigo.

Con el decimotercero sé
Que si vierto agua sobre un joven
No sucumbirá,
Aunque vaya a la guerra;
Este hombre no caerá ante la espada.

Con el decimocuarto sé
Si entre los hombres
Debo enumerar los dioses,
Los asios y los alfios,
Conozco las distinciones de todos.
Pocos son capaces de hacerlo.

Con el decimoquinto sé,
Lo que el enano Thodroerer cantó
Ante las puertas de Delling.
Cantó la fuerza de los alfios,
La sabiduría de Hroptatyr

Con el decimosexto sé,
Si deseo poseer
El favor y afecto de una modesta virgen,
Cambio el alma
De la doncella de blancos brazos
Y doy vuelta completa a su espíritu.

Con el decimoséptimo sé,
Que esta joven virgen
Me evitará contra su corazón.
Estos cantos, Lodfafner,
Los habrás mucho tiempo necesitado;
No obstante pueden ser buenos, si los comprendes,
Y provechosos, si los aprendes.

Con el decimoctavo sé
Lo que jamás enseñó
A virgen, mujer u hombre,
(Más vale conoce sólo lo que sabemos:
Tal es la conclusión de los cantos).
Excepto a aquella, la única,
Que me abraza entre sus brazos
O es mi hermana.

Ahora están contados
Los cantos de Muy Alto
En el palacio de Muy Alto.
Todos útiles a los hijos de los hombres,
Pero inútiles a los hijos de los gigantes.
¡Salud a quien los ha cantado!
¡Salud a quien los conoce!
¡Pueda quien los haya aprendido sacarles provecho!
¡Salud a los que los han escuchado!



Codex Regius

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