Érase un alma tan leve que cuando murió su cuerpo
era tal su
levedad que pasó sin detenerse ante la Puerta del cielo
Al menos
eso fue lo que creyó el Guardián de la Puerta
temiendo
que fuera a dar al Abismo o Vórtice de la nada
le sugirió
que, a modo de plomadas, dejara caer palabras pesadas
Y el alma
leve dijo: cedro, argamasa, potala, escaparate
Pero
siguió levitando
Y el Guardián de la Puerta le sugirió que probara con malas palabras
Y el alma
leve dijo palabras crapulosas
que la
censura celeste me impide repetir
Pero
siguió levitando
Y el
Guardián de la Puerta le sugirió que probara con palabras inmundas
Y el alma
leve dijo palabras abyectas
que el
asco me hace imposible repetir
Y
finalmente el alma leve se perdió de vista
ante la
mirada desolada del Guardián de la Puerta
El
Guardián de la Puerta
que era en
realidad Sir Isaac Newton en apariencia de Guardián de la Puerta
no
lograría comprender que per saecula
saeculorum nada sabría
sobre el
libre vuelo o caída de las almas en el espacio angélico
ni mucho
menos entender
que en eso consistía su
propio y exclusivo círculo del infierno.
R.B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario