lunes, 11 de agosto de 2014

Nocturno en que habla la muerte..





Si la muerte hubiera venido aquí, conmigo, a New Haven, 
  escondida en un hueco de mi ropa en la maleta,
  en el bolsillo de uno de mis trajes, 
  entre las páginas de un libro 

  como la señal que ya no me recuerda nada;

  si mi muerte particular estuviera      esperando 
  una fecha, un instante que sólo ella conoce 
  para decirme: "Aquí estoy.
 Te he seguido como la sombra 
  que no es posible dejar así nomás en casa; 
  como un poco de aire cálido e invisible 

  mezclado al aire duro y frío que respiras;

    
  como el recuerdo de lo que más quieres; 

  como el olvido, sí, como el olvido 
  que has dejado caer sobre las cosas 
  que no quisieras recordar ahora. 
 Y es inútil que vuelvas la cabeza en mi busca: 
  estoy tan cerca que no puedes verme, 
  estoy fuera de ti y a un tiempo dentro. 
 Nada es el mar que como un dios quisiste 
poner entre los dos;
  nada es la tierra que los hombres miden 
  y por la que matan y mueren; 
  ni el sueño en que quisieras creer que vives 
  sin mí, cuando yo misma lo dibujo y lo borro; 
  ni los días que cuentas 
  una vez y otra vez a todas horas, 
  ni las horas que matas con orgullo 
  sin pensar que renacen fuera de ti. 
 Nada son estas cosas ni los innumerables
  lazos que me tendiste, 
  ni las infantiles argucias con que has querido dejarme
  engañada, olvidada.
 Aquí estoy, ¿no me sientes?
 Abre los ojos; ciérralos, si quieres."

 Y me pregunto ahora, 
  si nadie entró en la pieza contigua,
  ¿Qué misteriosa fuerza de gravedad
  hizo caer la hoja de papel que estaba en la mesa?
 ¿Por qué se instala aquí, de pronto, y sin que yo la invite,
  la voz de una mujer que habla en la calle?

 Y al oprimir la pluma, 
  algo como la sangre late y circula en ella,
  y siento que las letras desiguales 
  que escribo ahora,
  más pequeñas, más trémulas, más débiles
  ya no son de mi mano solamente.




x. v.




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