lunes, 8 de junio de 2015

Gestos..







Una mirada, un gesto, 
cambiarán nuestra raza. Cuando actúa mi mano, 
tan sin entendimiento y sin gobierno, 
pero con errabunda resonancia, 
calor y compañía en este espacio 
en donde tantas otras 
han vibrado, ¿qué quiere 
decir? Cuántos y cuántos gestos como 
un sueño mañanero, 
pasaron. Como esa 
casera mueca de las figurillas 
de la baraja: aunque 
dejando herida o beso, sólo azar entrañable. 


Más luminoso aún que la palabra, 
nuestro ademán, como ella 
roído por el tiempo, viejo como la orilla 
del río, ¿qué 
significa? 
¿Por qué desplaza el mismo aire el gesto 
de la entrega o del robo, 
el que cierra una puerta o el que la abre, 
el que da luz o apaga? 
¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra 
que cuando siega, 
el de amor que el de asesinato? 


Nosotros, tan gesteros pero tan poco alegres, 
raza que sólo supo 
tejer banderas, raza de desfiles, 
de fantasías y de dinastías, 
hagamos otras señas. 
No he de leer en cada palma, en cada 
movimiento, como antes. No puedo ahora frenar 
la rotación inmensa del abrazo 
para medir su órbita 
y recorrer su emocionada curva.


No, no son tiempos 
de mirar con nostalgia 
esa estela infinita del paso de los hombres. 
Hay mucho que olvidar 
y más aún que esperar. Tan silencioso 
como el vuelo del búho, un gesto claro, 
de sencillo bautizo, 
dirá, en un aire nuevo, 
su nueva significación, su nuevo 
uso. Yo solo, si es posible, 
pido, cuando me llegue la hora mala, 
la hora de echar de menos tantos gestos queridos, 
tener fuerza, encontrarlos 
como quien halla un fósil 
[ acaso una quijada aún con el beso trémulo ] 
de una raza extinguida.



c.r.




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