Bellísima cosa
—¡toda la ciudad en ruinas! Y
las flamas una torre
como ratón, como
pantufla roja, como
estrella, geranio,
lengua de gato o
pensamiento, pensamiento
que es una hoja, una
piedrita, un viejo
de un cuento escrito por
Pushkin.
¡Ah!
rayos podridos des-
plomándose,
. una botella vieja
maltratada
Las flamas transformaron a la noche en día, flamas
que la alimentaron—se tragó la página
(la página en llamas)
como un gusano—el camino de la iluminación
De la que bebemos y somos bebidos y al final
destruidos (al alimentarnos). Pero las flamas
son flamas cuyo rasgo es una panza
propia que destruye—tal como hay fuegos
que humean
humean toda una vida y nunca explotan
en llamas
Papeles
(consumidos) echados al viento. Negros.
La tinta, al quemarse, se hizo blanca, blanca metal. Así sea.
Ven, belleza avasalladora. Ven pronto. Así sea.
Polvo entre los dedos. Así sea.
Ven, futilidad zarrapastrosa. Aduéñate.
Así sea. Así sea.
Un perro de metal, ojos
flameantes en un corredor lleno de flamas. Una ebriedad
de flamas. Así sea. Una botella, maltratada
por el fuego, doblada de la risa:
amarilla, verde. Así sea—sobreviviente
por la ebriedad, con bufidos de flama. Fuego, ¡haz fuego!
Así sea. Tragando fuego. Así
sea. Retorcido de la risa por el fuego,
el fuego mismo. Así sea. Se ríe de las flamas entre
dientes,
chupado, su risa multiforme, una
gravedad flameante que sobrepasa lo sobrio
de las flamas, la castidad de la aniquilación. Se recrea,
qué bueno. Dice que el fuego es bueno.
Así sea. La belleza de la arena fogosamente destruida
que fue vidrio, que fue botella: no embotellada.
Sin vergüenza. Así sea.
Una botella vieja, maltratada por el fuego
recibe un nuevo barniz, el vidrio se reviste
de una nueva distinción, reclama
lo no definido. Una piedra caliente, a la que alcanzó
la marea; la recubren finas
líneas, el barniz sin estropear .
La aniquilación ha mejorado: Los labios
más calientes se alzan hasta sólo hacer flotar
gran cantidad de noticias. Beber
noticias, líquido para el aliento.
Vocifera su risa, gritando—investida
de gracia en la arena
—o la piedra: agua de oasis. El vidrio
embarrado de arcoíris concéntricos
de fuego frío que el fuego ha legado
al enfriarse, su flama
en desafío—la flama que envolvía al vidrio
sin flores, reflorecida por
la flama: una segunda flama sobrepasa
el calor .
El infierno es fuego. Fuego. Haz el favor
de sentarte. ¿A qué estás jugando? Te gano
en tu propio juego, Fuego. Duro más que tú:
¡el Poeta le Gana al Fuego en su Propio Juego! ¡La botella!
¡la botella! ¡la botella! ¡la botella! ¡Te
doy la botella! Y ¿qué te queda, fuego?
¿La Biblioteca?
Remolino de flamas que se arrastran
de casa en casa, de edificio en edificio
las lleva el viento
se topan con la Biblioteca en el camino
¡Bellísima cosa! en llamas .
un reto a la autoridad
—quemó los poemas de Safo a propósito
(¿o es que aún se encuentran escondidos
en las criptas del Vaticano?) :
la belleza es
un reto a la autoridad :
porque al
desenvolverse era, fragmento por fragmento
una caja de momias de papel maché por fuera
y por dentro un sarcófago egipcio .
papeles en el viento
de antiguas conflagraciones, tomados
azarosamente por los enterradores, capa tras capa,
para hacer moldes
para los muertos
Bellísima cosa
Haz a un lado la antología, vuelve a la vida
por los muertos, tú que no entiendes nada
de esto:
la Melancolía de Durero, los motores
allí sin toda la matemática de la
máquina
Es inútil.
Bellísima cosa, ¡tu vulgaridad
en la belleza sobrepasa todas sus perfecciones!
La vulgaridad sobrepasa toda perfección
– se arrastra desde un jarro barnizado y la vemos pasar –
¡en llamas!
Bellísima cosa
– entretejida con el fuego. Una identidad
que trasciende al mundo, su núcleo —desde ahí
nos encojemos y chispeamos pequeñas partículas de
juicio – y yo
junto con los demás – chispeando
hacia el fuego
Poeta.
¿Estás ahí?
¿Cómo encontrar ejemplos? Un chamaco
que cruzaba la cortina de fuego
en un bull-dozer, en Iroshima, al regresar
abrió el camino a los demás—
Muda, su
acción por gracia de la flama
—pero perdida, perdida
porque no hay modo de ligar
las sílabas de nuevo para encarcelarlo todo
Ningún giro de la flama
a imagen y semejanza: permanecerá sin nombre
hasta que una Nike viva en su honor—
Y para ello, falta la invención,
faltan las palabras:
las cascadas
de flamas, una catarata en reversa, disparando
hacia arriba (¿qué más da?)
El lenguaje,
Bellísima cosa —me pongo
en ridículo, sufriendo la falta
de dedicación
sufriendo sus pérdidas
por ti.
Cicatrizado, arrastrado por el fuego
(por un fuego sin nombre, desconocido aun
para ti) sin nombre,
ebrio.
De pie, en movimiento giratorio, la persona
penetró la flama, se volvió flama—
la flama poseyó a la persona
—con un rugido, un grito
que nadie soporta (morimos en silencio, compungidos
gozamos— en silencio, escondiendo
nuestro gozo los unos a los otros
manteniendo
un secreto gozo en la flama que no nos atrevemos
a reconocer)
un chasquido de fuego con el viento
que se eleva, en giros se lleva el cuarto—
para revelar
el espectáculo triste de un techo de lata (1880)
entero, de una cuadra de largo, levantado
como una falda, detenido por el fuego —para ponerse
de pie al fin,
casi quejosa, de pie y flotando, flotando
sobre las flamas, como sobre una dulce brisa,
y majestuosamente a la deriva, cabalga el aire,
se desliza
sobre el aire, tranquila se deja ir encima
de los álamos erizados que parecen doblarse por debajo
y empujar los rieles para poder caer
sobre los techos más allá, el rojo vivo
oscurece los cuartos
(pero no nuestra mente)
Y nosotros, parados con la boca abierta,
moviendo la cabeza y diciendo, Dios mío,
¡habrase visto semejante cosa! Como si hubiera
salido de nuestros sueños, y así es
de hecho, sin paralelo a cualquiera de nuestros sueños
más sanguinarios
La persona se sumergió
en la maravilla, el fuego transformado
en la persona
Pero la patética biblioteca (que no contenía,
tal vez, ningún título distinguido)
debe también venirse abajo—
PORQUE ESTÁ EN SILENCIO. ESTÁ
EN SILENCIO EN VIRTUD DE QUE NO CONTIENE
NADA TUYO
Lo que debería ser extraño
es basura; porque no contiene nada tuyo.
Te escupen, literalmente,
pero sin ti nada. La biblioteca
está tapada y muerta
Pero tú eres el sueño
de hombres muertos
¡Bellísima cosa!
Deja que te expliquen y serás el corazón
de la explicación. Sin nombre
aparecerás
Bellísima cosa
amante de la flama—
Los miserables muertos
nos imploran desde el fuego, fríos
en el fuego, gritan – quieren ser vistos
y apreciados
aquéllos que han escrito libros
Leemos: no las flamas
sino las ruinas
que la conflagración
ha dejado
No el inmenso arder
sino los muertos (los libros
permanecen). Leamos
Como diciendo: la superficie
brilla, sólo la superficie.
Escarba – y encontrarás
una nada, cubierta
de una superficie, campana
invertida que resuena, un
hombre al blanco vivo convertido
en libro, y el vacío
de la caverna que resuena
(De Paterson - Libro II)
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