jueves, 10 de abril de 2014

H ay..




Hay una astilla de luz en la apariencia de la eternidad, hemos lamido, casi amándolas,
 membranas invisibles, no hay más que invierno en las ramas inmóviles
 y todos los signos están vacíos.
Estamos solos entre dos negaciones como huesos abandonados a los perros
 que nunca llegarán.
Va a entrar el día en su habitación calcinada. Ha sido inútil la sutura negra.
       Queda un placer: ardemos
        en palabras incomprensibles.



a. g. 


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