Qué lejos está el día, Maninho,
en que podíamos ser simples.
Entre pastos pobres, hojas mojadas de tártago
podíamos ser
simplemente
nuestra manos, nuestros pies, nuestros cabellos
y lo que adentro quemaba
en lo oscuro.
Qué lejos está el tiempo como las aguas
golpeando en el murallón
alegremente
coma los peces
viviendo en su músculo
el misterio del mundo.
Ferreira Gullar
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