En la práctica, traficar con hierba sólo trae quebraderos de cabeza. Para empezar, ocupa mucho sitio. Se necesita una maleta llena para conseguir algo de dinero. Si la pasma llama a la Puerta, es lo mismo que tener una bala de alfalfa.
Los fumetas no son como los yonquis. Un yonqui suelta el dinero, coge la droga y se las pira. Pero los fumetas no. Esperan que el camello los invite a unos canutos y a sentarse para charlar un rato. Y tienes que aguantar todo eso para vender dos dólares. Si vas directarnente al grano, dicen que los deprimes porque haces que se sientan miserables. De hecho, un tipo que trapichea con hierba nunca debe reconocer que lo hace por negocio. No, él sólo facilita un poco de hierba a algunos amigos y amigas, una travesura. Todo el mundo sabe que es un camello, pero está mal decirlo. Dios sabe por qué. A mi juicio, los fumetas son inescrutables.
Hay muchos secretos comerciales en el negocio de la hierba, y los fumetas guardan esos supuestos secretos con una tozudez estúpida. Por ejemplo, la hierba tiene que estar curada, porque, si está verde, raspa la garganta. Pero pregúntale a un fumeta cómo hay que curarla, y te dará una respuesta ambigua poniendo cara de tonto. Quizá el uso continuado de la hierba afecte al cerebro, o tal vez los fumetas sean estúpidos por naturaleza.
La hierba que tenía estaba verde, así que la puse en una de esas marmitas dobles para cocer al vapor y la tuve en el horno hasta que cogió ese color pardusco que se supone que debe tener. Éste es el secreto de curar la hierba, o, al menos, uno de los modos de hacerlo.
Los fumetas son gregarios, sensibles y paranoicos. Si consideran que haces que se sientan miserables, no lograrás hacer negocios con ellos. Pronto me di cuenta de que no podía tratar con gente así y me alegré de encontrar a un tipo que me compró toda la hierba que me quedaba a precio de coste. A partir de entonces decidí no traficar nunca más con ella.
En 1937 la hierba fue prohibida, junto con otros narcóticos, por la Ley Harrison. Las autoridades sanitarias afirman que es una droga adictiva, que su uso es perjudicial para mente y cuerpo, y que induce a cometer delitos a quien la usa. Éstos son los hechos: la hierba no es adictiva, en absoluto. Uno puede fumar hierba durante años y no experimentará ninguna molestia si de pronto deja de hacerlo. He conocido a fumetas en la cárcel y ninguno de ellos mostraba síntomas de síndrome de abstinencia. Yo he fumado hierba de modo intermitente durante quince años y nunca sentí molestias cuando dejaba de hacerlo una temporada. La hierba es menos adíctiva que el tabaco. La hierba no daña la salud. De hecho, muchos de los que la fuman aseguran que aumenta el apetito y tonifica el organismo. No conozco ningún otro producto similar que incremente el apetito. Después de fumarme un canuto disfruto bebiéndome una copa de jerez de California y engullendo una copiosa comida casera.
En cierta ocasión dejé la droga y me pasé a la hierba. Al segundo día de dejar de pincharme comí con buen apetito. Por lo general, después de dejar de pincharme no tengo ganas de comer durante unos ocho días.
La hierba no empuja a nadie a cometer delitos. Jamás he visto que nadie se pusiera agresivo bajo la influencia de la hierba. Los fumetas son muy sociables.
Demasiado, para mi gusto. No Puedo entender Por qué la gente que asegura que la hierba induce al delito no exige que se prohíba también el alcohol. Todos los días se cometen delitos por borrachos que jamás habrían obrado así estando sobrios.
Se ha hablado mucho de los efectos afrodisíacos de la hierba. No sé por qué, los científicos se resisten a admitir que sea afrodisíaca, Y muchos farmacólogos dicen que «no hay pruebas en favor de la creencia popular de que la hierba posee propiedades afrodisíacas». Yo Puedo asegurar que la hierba es un afrodisíaco y que el placer sexual es mucho más intenso bajo su influencia. Cualquiera que haya fumado buena hierba verificará esta afirmación.
Se oye decir que la gente se vuelve loca por fumar hierba. Hay, es cierto, una forma de locura causada por su uso excesivo. Este estado se caracteriza por hipersusceptibilidad y manía persecutoria. La hierba que se puede obtener en los Estados Unidos no es lo bastante fuerte para enloquecer a nadie, y las psicosis inducidas por hierba son muy raras en este país. En Oriente Medio, según dicen, es algo común. La psicosis inducida por hierba se corresponde, más o menos, con el delírium tremens, y desaparece en cuanto se deja de usar. Quien fume unos cuantos canutos al día no tiene más posibilidades de volverse loco que quien tome unos cuantos cócteles antes de las comidas de contraer la tuberculosis.
Algo más acerca de la hierba: bajo su influencia nadie está capacitado para conducir. Altera el sentido del tiempo y, en consecuencia, el sentido de las relaciones espaciales. Una vez, en Nueva Orleans, tuve que aparcar en la cuneta y esperar hasta que se disiparon sus efectos. Era incapaz de determinar a qué distancia estaban los objetos o cuándo debía girar o frenar en un cruce
w. burroughs100
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