jueves, 2 de octubre de 2014

Café & cigarrillos..




Salgo del trabajo. Los huesos, el cuerpo entero
  dulcemente dolorido, como -a veces-
  después de un polvo de los buenos.
 La luna, sajada en dos pedazos, me recuerda
  el ojo ese famoso de Buñuel,
  asomada un tanto tenebrosamente
  por encima de los árboles.
 El coche no me arranca. El parabrisas
  es una roca enorme y congelada.
 Así que vuelvo a casa andando,
  velado el claqueteo de mis pasos
  por la luna, la cabeza
  llena de café caliente y cigarrillos.
 Llego al portal y me detengo,
  soplándome en las manos, bajo 
  el arco de luz que proyecta la ventana
  sobre el hielo, la hierba sucia y abrasada.
 Y al otro lado de esa luz te encuentras tú.

Y es que un hombre necesita en esta vida
  otras cosas que no sean
  lunas surrealistas, coches, oscuras
  películas de Luis Buñuel.



r. w.


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