Il Saltimbanco |
"Que frente a los ojos haya una pantalla o una página, que por ella discurran números, fórmulas o palabras, no modifica sustancialmente el hecho: se trata en todos los casos de lectura. El teatro de la mente parece haberse dilatado, para acoger prolíficas hileras de signos en espera, incorporados en esa prótesis que es el ordenador. Sin embargo, con supersticiosa seguridad, todos los sortilegios y todos los poderes a aquello que aparece sobre la pantalla, no a la mente que lo elabora y que, ante todo, lo lee. Pero, ¿podría existir algo más avanzado tecnológicamente que una transformación que se produce de modo completamente invisible, como en el interior de la mente?". Para Calasso la literatura es el último lugar en el que se refugian los dioses pero es una literatura que sólo llega al teatro de la mente. No hay destinatario porque una vez conjurados los dioses, primero como inmenso compendio y después como reflejo de conciencias enfermas, la mente como mecanismo que ordena invisiblemente asiste al teatro de sí misma. En estas frases Calasso, aunque con la ambigüedad que lo caracteriza, renuncia a un sujeto lector, la literatura es una especie de sortilegio que ofrece fórmulas y variaciones sobre materias inertes. Ya no son aquellas "fábulas mentirosas" de las que se hablaba en el Quijote cuyo destino era llegar al "entendimiento de los lectores".
La tragedia de este politeísmo telemático y juguetón es que pretende no sólo conjurar a los dioses sino algo mucho más terrible conjurar la realidad, comienza amalgamando los dioses en una masa informe, prosigue negando la capacidad lectora y termina por negar la realidad, leche nutricia de la palabra literaria: "La parodia se ha vuelto una sutil película que lo cubre todo (...) Hoy en día, cualquier cosa que se manifieste aparece antes que nada como parodia. La naturaleza misma se ha vuelto parodia". Lógicamente en esta dinámica es imposible llegar a conocer lo real, el conocimiento es pura ilusión. Así lo expondrá en el último capítulo del libro cuando comenta algunas de las frases de Nietzsche: el conocimiento no es ya el impulso que empuja al descubrimiento de las cosas sino que actúa como algo inventado. "Por eso si el conocimiento no se descubre sino que se inventa, implica que actúa en él un poderoso elemento de simulación (...) Conocimiento y simulación dejan así de ser antagonistas para convertirse en cómplices". Este comentario traducido a "román paladino" se refiere a la voluntad de renunciar al conocimiento y apostar por la vicariedad. Para ello es necesario cercenar el impulso humano natural inquisitivo, que se interroga. Así lo decía Robert Musil: "Hoy las cosas son de otro modo. Se han acallado algunas preguntas del corazón de los hombres. Para los pensamientos sublimes han creado una especie de policultura, que se llaman literatura, filosofía y teología. En ella los pensamientos se reproducen a su manera sin control y esto funciona porque con tal proliferación, nadie se culpará de no haberse ocupado de estas cuestiones personalmente"
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